Estuve postergando tanto pero tanto el sentarme a escribir el próximo artículo (es decir, este), que me pareció muy coherente dedicarlo al tema de la procrastinación.
Es más, hace mucho que tenía preparado un borrador, al que de vez en cuando le iba agregando alguna idea… pero el momento de empezar a trabajar en la versión definitiva no llegaba nunca. Siempre parecía haber algo para hacer justo antes de ponerme a escribir.
La procrastinación es el hábito de postergar actividades importantes, pero muchas veces sustituyéndolas por otras menos relevantes o más fáciles de hacer. Procrastinar, entonces, no es necesariamente lo mismo que haraganear. Una persona puede estar postergando enfrentarse a las tareas más importantes mientras se pasa todo el día ocupado con esas otras actividades sustitutas, llegando a creer que en realidad es alguien muy productivo. Es que la procrastinación es un hábito que pueden desarrollar incluso las personas más activas o trabajadoras.
Este problema nos afecta a todos, en mayor o menor medida. ¡Incluso habrá personas que lean este artículo como una manera de procrastinar, mientras postergan ocuparse de alguna otra cosa más importante!
Una condición que favorece la procrastinación es disponer de cierto grado de libertad para organizar nuestro trabajo. Es más difícil procrastinar si somos supervisados con frecuencia, si el resultado de nuestro trabajo es evaluado constantemente. Un ejemplo extremo: es imposible procrastinar para alguien que trabaja en una línea de producción, porque cualquier demora sería evidente y catastrófica:
Escena de la película «Tiempos Modernos», de Charles Chaplin
En cambio, hay otras actividades donde no hay controles muy frecuentes, en las que sólo hay ciertas metas que cumplir y plazos medianamente largos para hacerlo. Claro que a esos puestos sólo llegan personas que ya han demostrado que pueden cumplir objetivos sin una supervisión tan estrecha… y es precisamente en ese tipo de trabajos donde puede aparecer el hábito de procrastinar.
Pero la situación que tal vez más favorezca la procrastinación es aquella en la que encaramos una tarea sin supervisión alguna, ya sea porque trabajamos por nuestra propia cuenta o simplemente porque decidimos encarar una de esas tareas de la casa que tantas veces se postergan, como limpiar, ordenar o cortar el pasto.
Cómo funciona la procrastinación
Wikipedia dice acerca de la procrastinación: «Es la acción o hábito de retrasar actividades que deben atenderse, sustituyéndolas por otras menos relevantes o más agradables».
La situación puede describirse más o menos así: tenemos un trabajo muy importante que hacer pero nos parece mejor idea ocuparnos antes de alguna otra actividad menos relevante (como ordenar nuestra habitación) o que hasta puede considerarse una pérdida de tiempo (como revisar nuestras redes sociales). Claro que nos decimos que sólo le dedicaremos unos minutos a esta actividad previa… pero en la realidad la postergación se puede extender por períodos increíblemente largos, porque habrá una interminable sucesión de otras distracciones a las que nos dedicaremos «apenas por unos minutos» antes de decidirnos a hacer nuestro verdadero trabajo.
La palabra procrastinación no es nueva pero comenzó a usarse en los últimos tiempos para denominar al hábito de postergar lo importante. Y me parece una buena idea usar una palabra diferente para señalar un fenómeno nuevo, eso nos hace más fácil identificarlo y comprenderlo. Ya sé que el hábito de postergar no es estrictamente nuevo, pero lo que sí es una novedad es que afecte a tantas personas, justamente a muchas de las que ahora disponen de cierta libertad para organizar sus actividades.
El «teletrabajo» es un buen ejemplo: en vez de ir todos los días a la oficina, cumplir un horario y rendirle cuentas al jefe de manera directa, muchas personas trabajan desde su casa, interactuando con los demás sólo a través de la computadora o el teléfono. Las posibles distracciones se multiplican estando en casa, sin nadie alrededor que pueda ver lo que hacemos.
Ahora mismo estoy trabajando en mi casa, frente a la computadora, escribiendo este artículo. Y son las 3 de la mañana… no porque me guste especialmente escribir a esta hora sino por todas esas otras actividades que hice hoy antes de sentarme a escribir, precisamente por procrastinar.
Las causas de la procrastinación
Como sucede con cualquier problema psicológico, de nada sirve que nos expliquen cuál es su causa si nosotros no logramos una comprensión personal acerca del problema en cuestión. Entonces, luego de leer la siguiente lista de las causas más frecuentes de la procrastinación, cada uno debería observarse y tratar de entender cómo es que estos factores operan en su propia mente, porque la simple lectura o la compresión superficial o intelectual de este tipo de problemas normalmente no alcanza para superarlo. Es necesario primero descubrir por nosotros mismos los mecanismos inconscientes que provocan este hábito.
Dicho esto, aquí está la lista:
- El miedo al fracaso. Frente a un peligro real y concreto nuestra mente puede poner en funcionamiento mecanismos de defensa. Por ejemplo, de manera automática puede dar la orden de liberar adrenalina y nuestro cuerpo se dispone entonces para pelear o para huir. Y la procrastinación también puede considerarse como un mecanismo de defensa: cuando lo que enfrentamos es el miedo al fracaso, nuestra mente inconsciente puede intentar protegernos haciéndonos postergar cualquier acción que nos acerque a nuestra meta, es decir, a la posibilidad de un fracaso. Claro que como mecanismo de defensa es totalmente inadecuado. Es que la parte más primitiva de nuestra mente no entiende las sutilezas del mundo moderno, sólo trata de apartarnos de lo que nos provoca temor. Aunque no lo parezca, esta es la causa más frecuente de la procrastinación.
- El perfeccionismo. Los perfeccionistas muchas veces necesitan ciertas condiciones «ideales» para poder comenzar una tarea… condiciones que rara vez se cumplen simultáneamente en la vida real. Necesitan disponer de mucho tiempo por delante, sentir la inspiración o el entusiasmo adecuados, saber que nada los va a interrumpir, contar con todos los elementos necesarios, etc. Y en general el perfeccionismo obliga a perder tiempo y energía en muchos detalles irrelevantes, conduciendo a una manera de trabajar lenta, complicada y poco efectiva. Para el perfeccionista la perspectiva de comenzar una tarea puede ser desagradable y eso hace que, inconscientemente, prefiera postergarla.
- La baja autoestima. Las personas con baja autoestima tienen una imagen de sí mismas muy negativa. Sienten que tienen muchos y muy graves defectos y se hacen toda clase de reproches. Esta situación conduce a que se sientan culpables todo el tiempo. Y para el ego de cualquier persona, a la culpa siempre le corresponde un castigo, el que finalmente llegará (a través de un proceso inconsciente) en la forma de problemas, conflictos, pérdidas o enfermedades. La baja autoestima conduce a la creencia equivocada de que no merecemos lo que deseamos alcanzar y, si tenemos una meta, el ego encontrará diferentes maneras de hacernos fracasar, por ejemplo haciéndonos postergar indefinidamente lo que nos conviene hacer ahora mismo.
Otras posibles causas que sentimos la tentación de considerar… pero de las que hay que desconfiar:
- Falta de entusiasmo, energía o motivación. Parece natural que no nos guste hacer cosas aburridas o difíciles y que busquemos alguna actividad alternativa para mantenernos ocupados y así postergar el momento de enfrentarnos con lo que nos disgusta. Pero en este razonamiento tan simple y aparentemente inocente hay una inesperada trampa, porque muchas de las actividades a las que sí podemos dedicarnos mientras procrastinamos también son aburridas o difíciles. Lo que nos hace procrastinar no es la incomodidad de llevar a cabo una tarea desagradable, sino el temor inconsciente a fracasar. Y si vemos siempre como aburridas o difíciles a las actividades importantes, es sólo porque nuestra mente inconsciente sabe cómo hacer para desalentarnos y distraernos para evitar cualquier posibilidad de fracasar.
- Dificultades para aprender cosas nuevas. Tal vez otro engaño. Es posible que sintamos que nos resulta difícil aprender cosas nuevas, y quizás este sea un obstáculo para enfrentar algunas tareas importantes, de esas que solemos postergar. Pero vale la pena observarnos en otras áreas de nuestra vida. ¿Nos cuesta aprender cosas nuevas en todas nuestras actividades? Tal vez sólo experimentemos esta dificultad en relación con las tareas importantes, las que tanto nos convendría encarar de una buena vez.
- Problemas para organizar el tiempo. Este es un engaño más, porque cuando algo realmente nos importa, siempre pero siempre encontramos tiempo para hacerlo. La procrastinación tiene poco que ver con la organización del tiempo, aunque cualquier artículo acerca del tema pretenda explicar todo el asunto desde este punto de vista. La procrastinación se origina en un temor inconsciente a alcanzar objetivos y es allí donde tenemos que enfocarnos.
Cómo superar la procrastinación
Lo más importante es la comprensión del problema y la correcta identificación de sus causas.
Si fuera cierto que nuestra voluntad puede vencer a la procrastinación, no estarías leyendo este artículo, ni a mí se me habría ocurrido escribirlo. Ya la habríamos superado hace tiempo. Es que nuestra voluntad consciente es impotente cuando intenta enfrentarse al enorme poder de nuestra mente inconsciente.
Tampoco es cierto que el problema de la procrastinación pueda superarse administrando el tiempo de una manera más eficiente. El problema no es la falta de tiempo… ¡sino que lo empleamos en procrastinar!
La causa de la procrastinación siempre es un temor asociado a lo que pudiera ocurrir al llevar a cabo una tarea importante. Este temor es inconsciente e irracional… pero es bien real. Y normalmente es miedo al fracaso.
Muchas personas pueden ejercer libremente su voluntad de llevar a cabo una tarea sin caer en la tentación de postergarla, y además administran su tiempo de una manera muy eficiente. Es decir que no procrastinan. Pero de nada sirve tratar de imitar sus hábitos si no nos libramos primero del perfeccionismo y la autocrítica destructiva.
Resumiendo:
Lo mejor que se puede hacer para vencer el hábito de procrastinar es aprender a tratarse con respeto y consideración, aun en el caso de fracasar. Y para tratarse bien en cualquier situación no hay nada mejor que amarse incondicionalmente.
Cualquier actividad, técnica o ejercicio que nos ayude a elevar nuestro nivel de autoestima nos permitirá resolver todo tipo de problemas, incluido también el de la procrastinación.
Y para aquellos que todavía no están muy convencidos de que amarse incondicionalmente pueda resolver el problema de la procrastinación y que esperaban encontrar en este artículo una lista de consejos simples y prácticos, aquí van estos diez «tips»:
- Dedicarnos a la tarea postergada diciéndonos que sólo lo haremos por dos minutos. Ese par de minutos puede ser todo lo que hacía falta para despertar nuestro entusiasmo y así poder continuar trabajando.
- Dividir el trabajo en segmentos más breves.
- Tratar de motivarnos pensando en los beneficios de terminar ese trabajo.
- Hacer una primera versión de la tarea sin preocuparse demasiado por los detalles. Ya habrá tiempo de corregir los errores.
- Buscar el lado positivo o agradable del trabajo.
- Fijar plazos puede ayudar.
- Buscar programas para la computadora o aplicaciones para el teléfono móvil que nos ayuden a organizar nuestro trabajo.
- Eliminar distracciones.
- Premiarse por cada logro.
- Dividir el tiempo en segmentos (por ejemplo, 25 minutos de trabajo, 5 de descanso y así sucesivamente).
Axel Piskulic